Tras una pausa por el agotador duelo, Hamlet se bebe su copa de un trago, por lo que Laertes, en su odio, decide mofarse de Hamlet, revelándole la verdad sobre la trampa del vino.
Laertes
Siento tener que decirte que hay veneno en ese vino que te acabas de beber, lo tienes merecido por lo que le hiciste a mi hermana, sólo espero que tu agonía sea lo mas lenta y dolorosa posible.
Hamlet
Laertes, sabes que no fue por mi culpa, que la muerte de tu padre fue un accidente y que tu hermana se suicidó por creer que no la amaba, pero yo la quería, más que a nadie en el mundo y su muerte me duele más que a ti.
Laertes no dijo nada, se quedó unos segundos mirando fijamente a Hamlet, después rió enloquecido.
Laertes
¡Mientes, como siempre! Pero eso no importa, yo conozco tu verdadero ser, y vas a tener lo que te mereces. Pronto podrás descansar con tu querido padre.
Hamlet, ciego de ira, lo agarró por el cuello y lo arrojó al suelo. Tras un corto forcejeo, Laertes murió ahogado. Entonces se dirigió hacia el rey para cumplir la venganza que el fantasma de su padre anhelaba.
Hamlet
Ahora llega tu turno, asesino.
Súbitamente, un fuerte dolor estomacal hizo tambalearse a Hamlet, pero este siguió avanzando hacia el rey con su espada en mano y fuego en sus ojos, nadie se lo impidió, pues parecía mucho más peligroso que un simple loco.
Claudio
¡Guardias, guardias!
Hamlet
Ahora ves lo que duele la falta de lealtad.
Claudio
¿Que falta de lealtad? ¿La tuya, cuando te acogí tras la muerte de tu padre acaso?
Hamlet
No, la que supone el asesinato de alguien que te quería
Acto seguido, el príncipe levantó la espada y de un limpio tajo cercenó la oreja de Claudio. Al momento, el joven se desplomó y murió en paz mientras sus labios murmuraban algo parecido a justicia, mientras el rey se alejaba pidiendo un médico y proclamando su inocencia.
Al cabo de unos días el rey sanó, pero ya fuera porque la hoja del príncipe debió rozar su cerebro o por la gravedad de lo acaecido, no volvió a ser el mismo. La reina se volvió loca por la muerte de su hijo, y se suicidó, agravando a su vez el dolor y la demencia de Claudio.

Y así fue como el linaje de Hamlet desapareció de la faz de la tierra, convirtiendose en leyenda.
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